MAYORDOMOS EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
La palabra “mayordomo” a secas se traduce solo unas pocas veces en el Antiguo Testamento. En la mayoría de los casos, proviene de una frase que hace referencia al que está “sobre la casa”, el que está a cargo del funcionamiento de una casa; es decir, un “mayordomo” (Gén. 43:19 ( CB ) ; 44:1, 4 ( CB ) ; 1 Rey. 16:9 ( CB ) ). Los mayordomos tenían la responsabilidad de administrar los asuntos domésticos y las posesiones de sus amos, y hacer todo lo que se les pidiera. La definición de mayordomo en el Antiguo Testamento se puede descubrir identificando sus características. Los mayordomos no se pueden separar de su mayordomía porque esta revela su identidad.
El Antiguo Testamento declara algunas características de un mayordomo. En primer lugar, la suya era una posición de gran responsabilidad (Gén. 39:4).
Los mayordomos se elegían por sus habilidades, y recibían el respeto y la confianza de sus amos por hacer el trabajo. En segundo lugar, los mayordomos sabían que lo que les había sido confiado pertenecía a su amo (Gén. 24:34-38).
Esta es la principal diferencia: los mayordomos saben cuál es su lugar, es decir, no son dueños. En tercer lugar, cuando los mayordomos tomaban para uso propio lo que les había sido confiado, la relación de confianza entre ellos y su amo se dañaba, y los mayordomos eran despedidos (Gén. 3:23; Ose. 6:7).
Lee Isaías 22:14 al 18 ( CB ) . Durante el reinado de Ezequías, Sebna fue nombrado mayordomo, al igual que tesorero; ambos eran puestos de autoridad muy importantes. ¿Qué le sucedió como resultado de abusar de su cargo?
“Un mayordomo se identifica con su señor. Al aceptar sus responsabilidades, debe actuar en lugar de su señor y hacer lo que haría su señor si estuviera a cargo de la situación. Los intereses de su señor se convierten en los suyos. La posición de un mayordomo está revestida de dignidad porque su señor confía en él. Si en alguna cosa actúa egoístamente y se aprovecha de las ventajas obtenidas al negociar con los recursos de su señor, ha pervertido la confianza con que se lo ha investido” (TI 9:198).
¿De qué modo podemos aprender mejor el importante concepto de que, en realidad, somos mayordomos de lo que poseemos en esta vida? ¿En qué sentido reconocer esto debe afectar todo lo que hacemos?